miércoles, 21 de abril de 2010

DUERMEVELA

Camina por las calles perdida, en una casa de
ventanas abiertas suena claro de luna en el piano.
el sabor de la ceniza en la boca de un cigarrillo
que se extingue lentamente, el sabor a sexo en la
boca repetido una y mil veces, mil amantes en su cama,
mil placeres que descansan en catedrales dormidas

Ella camina por las riveras de ese río Cali que
nace cristalino en las montañas y que más adelante
sólo arrastra ilusiones perdidas, todo el semen
del pecado solitario de algunos degenerados,
y todas las muñecas sin ojos y sin torso de las niñas
que han pasado a ser carne para los lobos.

Ella camina con su abrigo de Chanel, lentamente lo va
llenando de piedras negras que recoje del piso, son las
doce de la noche llena de murmullos y de aullidos, el mundo
gira implacable. Implacables penetraciones, implacables erecciones,
eternos orgasmos reales o fingidos, eterno levógiro destino.

Ella se siente agujero negro universal dextrógiro
viento que rueda como loco haciendo girones de tiempo.
ella paraiso artificial de lascivia, ella flor de opio
en el ático, consagrada a amar a otros cuerpos sin amor

próxima estación: flora industrial
próxima estación: chiminangos
próxima estación: tristeza
próxima estación: perros comiendo basura en la calle
próxima estación: carretera inclinada
próxima estación: un borracho que la viola
próxima estación: más lágrimas derramadas

Patricia espanta las ratas, se arregla el cabello,
recoje las piedras, sacude el polvo y los recuerdos,
se para junto a un puente y se lanza al río Cauca

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